martes, 13 de abril de 2010
Reformas Economicas?
Segun un articulo de la BBC, el gobierno de Raul esta dejando que los salones de belleza se independicen. Esta nueva medida, que deja a los estilistas y barberos trabajar por cuenta propia siempre y cuando paguen impuestos, me lleva por momentos, a sonhar con la posibilidad de un cambio en la estructura economica del pais. Sin embargo, no dejo de sonhar por dos minutos cuando vienen a mi memoria otros remedios del gobierno centralizado que no han llevado al pais a ninguna parte. Entonces me doy cuenta que estas medidas son como un remedio casero para curar el cancer o como un tilo caliente para prevenir el SIDA.
El problema economico de Cuba no se va a resolver dejandole a los campesinos comprar sus propios instrumentos de trabajo, ni dejando a los barberos atender a sus propia clientela, ni dejando a una ama de casa vender pizzas a 10 pesos. Aunque yo prefiero cortarme el cabello en una peluqueria privada, y prefiero comprarle un turron de mani al viejito que lo hace en su propia casa antes de comerme la croqueta que se vende en la cafeteria estatal, el problema economico de la Isla va a continuar hasta que las reformas en la pequenha economia de los negocios por cuenta propia no se extiendan a toda la infraestructura economica de la nacion. Gracias a los genes que heredamos, el hombre utopico sin ego jamas se aparecio, y este real que camina por la tierra solo busca la libertad para salir adelante y triunfar. Si aprisionamos al hombre real en espera de aquel imaginario, acabaremos por aniquilar lo que hemos alcanzado y volveremos a la edad de piedra. El ejemplo de Cuba es uno mas entre muchos. Cuando las fuerzas naturales de la competencia son neutralizadas, en vez de paz y armonia para todos se crea una laguna pantanosa donde abundan los insectos y donde los pensamientos y la iniciativa se ahogan. Hasta que el gobierno de Cuba no deje que el hombre cubano se comporte como un hombre real, Cuba seguira siendo el paraiso para los mentirosos, los vagos y los ladrones.
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