Miedo en la Distancia

Hoy tuve una conversacion con mi madre sobre una carta abierta que ella le escribio al periodico Granma, exigiendole un periodismo menos dogmatico. Mi madre, que paso sus quince anhos recogiendo cafe en Oriente, que participo en la campanha de alfabetizacion y fue militante del partido por varios anhos, se quedo frustrada con el sistema que apoyo por mucho tiempo y decidio dejar la Isla hace unos doce anhos. Su historia es parecida a la de muchos cubanos de la generacion de ella, que crecieron tratando de crear un mundo idilico que jamas llego. Su historia me hace agradecerle una y otra vez el gran sacrificio que hizo para traerme a esta nueva tierra para que yo no tuviera que vivir las frustraciones que ella vivio; cada dia me siento mas endeudada con ella que me trajo a este mundo donde los que se esfuerzan pueden salir adelante. Mi madre, que fue capaz de re-empezar su vida a los cincuenta, que es una de las personas mas temerarias y valientes que conozco, ni siquiera ella puede huirle al miedo que persigue a todos los cubanos que dejamos la Isla. Entre la frustracion comun que experimentamos los cubanos, elementos de impotencia y temor tambien se mezclan con nuestros sentimientos. Estamos conscientes de las consecuencias de un pensamiento individual expuesto. Conocemos muy bien el poder inquisitivo de los lideres de la Revolucion cubana.


El temor en la distancia es muy distinto al que experimentan los que viven en la Isla. No tememos que nos despidan del puesto de trabajo, o que nos expulsen de la Universidad. Desde lejos no tememos ser encarcelados por vocalizar nuestras opiniones, ni ser abochornados por una multitud en uno de los mitines de repudio. Nuestro temor no es que nos nieguen la tarjeta blanca para salir, sino que nos nieguen el permiso para volver a entrar.


En el exilio no podemos dejar de extranhar nuestra cultura, nuestra musica, nuestra comida y nuestros chistes. En el exilio tampoco podemos dejar de sonhar con una Cuba finalmente libre, libre para que se vociferen todas las opiniones. Pero mas que nada, en el exilio nos acosa el miedo a no volver a ver a aquellos que dejamos atras, a nuestros familiares y amigos tan intimos, a aquellos que amamos sin poder cuantificar. Por eso casi siempre nos callamos; guardamos el mismo silencio que practicamos tantas veces en Cuba para no buscarnos problemas. Aqui tambien la furia del miedo nos apaga la voz.