De que te quejas? Ya te fuiste, no?
Tengo derecho a quejarme. El simple derecho humano.
A que mis ideas no caigan en la nada y se extingan, como las de todo un pueblo que prefiere callarlas. Salimos para poder sublevarnos al fin, y nos quedamos enmarcados en la monotonia diaria de las horas.
Nos fuimos por la economia. Eso deciamos.
Pero tambien nos agitaba la certeza de que no podiamos decirlo todo; de que habia que dar solamente parte de la cara para no buscarnos problemas. Y aqui la misma certidumbre nos acosa. Siguen los mitos de que callando podremos algun dia llegar a alguna parte.
Ya me cansa callar y no ver nada.
No ver que mejoran las cosas porque nos quedamos en ideas estancadas que no llevan a ninguna parte. Es mas facil continuar las labores mundanas y aferrarse a la filosofia que predomina. Nos cuesta buscar una tercera opinion, hundirnos en el silencio antiguo y explorar por que hay otros que no estan de acuerdo con nosotros.
Se nos cruzan los brazos. El esfuerzo nos huye.
Le explicamos a nuestro intelecto que no vale la pena, que las cosas no cambian.
Yo me niego a esa idea. Otros han explorado profundamente nuestros presentimientos; no debemos sencillamente apagarlos. Calidamente debemos encender aquellas piruetas mentales y excluir a todos los culpables que nos quieren hacer caer en el silencio.
Ya se ha sufrido por mucho tiempo en la ignorancia impuesta.
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